RECURSOS PARA LA INTELIGENCIA EMOCIONAL (NO TODO VALE)

Written by Transformandonos

De un tiempo a esta parte, toda la comunidad educativa viene tomando conciencia de la importancia que tiene que dotemos de herramientas a la infancia para que desarrollen habilidades intrapersonales e interpersonales, es decir, que sepan relacionarse y comprender al resto, pero también que reconozcan su propia grandeza y se amen y acepten tal y como son.

Teniendo esto presente, nos liamos la manta a la cabeza para proponer diferentes recursos que completen este eje vertebral que es la inteligencia emocional, sin la cual el resto carece de sentido. Pero a veces, estos recursos que usamos con toda la buena intención son tan atrayentes también para nosotras, las personas adultas, que olvidamos hacer una valoración de los pros y contras que pueden devenir de su utilización.

Te pongo un ejemplo: el frasco de la calma. Un recurso que estoy segura de que conoces y que puede que ya hayas utilizado. Un bote transparente de cristal o plástico con purpurina en su interior con el que se pretende que sirva de herramienta a las/os peques para relajarse tras un momento de tensión y volver a la calma.

Hasta aquí todo bien, ¿verdad? ¿Qué mal puede hacer este recurso?  Te explico mi punto de vista. Si se explica únicamente como un objeto al que mirar cuando estás disgustado o ansioso, puede funcionar únicamente como elemento distractor, como cuando un bebé llora y le distraes con el sonajero para que deje de hacerlo. Desde la pedagogía activa somos más partidarias de acompañar ese dolor que de cortarlo o distraerlo porque nos incomodan, aun a sabiendas que no significa que por dejar de llorar deje de sufrir.

El llanto es una herramienta de expresión, de comunicación y de desahogo y debemos validarla y dejarla que aflore, porque sana. Un niño que llorar o que tiene una explosión emocional o que está iracundo, decepcionado, avergonzado… no necesita distracciones, necesita que le sostengamos, que le acompañemos en su dolor, que le validemos su emoción y que le aceptemos con ella aunque nos duela (en ocasiones llegamos a romper  a llorar también). Necesita que le acompañemos con presencia consciente, estando disponibles para ellos/as, mientras nos auto-observamos en el proceso.

Así que te voy a mostrar cómo uso yo el frasco de la calma.

  • Elijo el momento adecuado para hacer la presentación, en la que estén receptivos/as y tras saber que hay un interés por el tema.
  • Cojo un tarro lleno de agua y pegamento y, a parte, tengo los botes de purpurina de diferentes colores.
  • Comienzo una historia con la que se puedan sentir identificados/as, que vaya mostrando las diferentes situaciones por las que puede pasar un niño o de una niña en un día cualquiera que le despierten diferentes emociones.
  • Por cada emoción que se despliega, añado un bote de purpurina al tarro.
  • Al terminar el día (y los botes de purpurina) nos sentimos cargados emocionalmente, confusos, como si agitamos el tarro fuertemente.
  • Pero si paramos, nos damos tiempo y respiramos, podemos ver cómo vamos volviendo a la calma (y la purpurina va bajando)
  • Tras esta presentación del tarro de la calma, cada vez que utilicen el recurso, serán conscientes del proceso explicado y funcionará como una metáfora para el autoconocimiento y la autoaceptación.

Lo que quiero decirte con esto es que, para conseguir un resultado realmente positivo con el uso de los recursos para desarrollar la inteligencia emocional (o cualquier otra estrategia educativa) debemos usar un ojo crítico y valorar qué consecuencias reales tiene su uso.

Por eso, antes de usar cualquier cuento, juguetes o material didáctico que vayas a utilizar plantéate:

  • Que no valide descargar tensiones, rabia… contra los demás seres (sean personas, animales o plantas).
  • Que valide cualquier emoción y no presente las emociones como positivas o negativas. Recuerda que todas nos son útiles aunque unas sean más incómodas que otras.
  • Que no contenga otro tipo de limitaciones posteriores, por ejemplo, asociar un color con una emoción. En contraposición, ofrécele espacios en los que pueda hacer sus propias asociaciones.
  • Si es un cuento, que tenga un lenguaje inclusivo, no sexista, sin estereotipos.
  • Que no contenga frases malsonantes o recursos comunicativos que no quieras que luego pueda adoptar.
  • Que tenga en cuenta la autoestima de todos los personajes.
  • Que no busque culpables sino que acompañe a comprender que lo que nos hace daño es la conducta que ha tenido una persona en un momento dado, no la persona en sí.

Podría ponerte un sinfín de ejemplos de recursos muy conocidos a los que les veo muchos peros. Así que espero que estos tips te ayuden a identificar los mejores recursos para tus peques. Si tienes cualquier duda, puedes consultarme sin compromiso. Te espero en los comentarios.

Y si quieres adquirir herramientas para trabajar la inteligencia emocional, pasa a conocer el Módulo 5: Recursos prácticos para desarrollar la inteligencia emocional del Campus Virtual TFN. Este módulo está especialmente diseñado para que logres alcanzar el bienestar emocional y social que tu casa/clase necesita.

Te ayudará a asentar una buena base emocional en las niñas y niños de tu entorno, para que se dé el aprendizaje de una manera significativa pero, sobre todo, para que puedan ser felices.

Es un módulo repleto de recursos prácticos para que puedas usarlos atendiendo a las necesidades de cada momento.

La herramienta perfecta para conectar con las necesidades y emociones de la infancia.

Estoy encantada de acompañarte en este precioso camino.

 

 

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