Durante muchos años, expresar los sentimientos ha sido un signo de flaqueza, de debilidad. No estamos acostumbrados a hacerlo y la sociedad nos pide que los acallemos. Sin embargo, en las últimas décadas la Inteligencia Emocional está surgiendo como un concepto muy relevante para el bienestar emocional y social en diferentes contextos de la vida cotidiana. Las últimas investigaciones demuestran que existe una relación directa entre lo que sienten las niñas y la forma en que se comportan. Es más, afirman que, sin una buena base emocional, el aprendizaje no puede darse de manera significativa.
Vamos a desgranar las herramientas que nos harán ser inteligentes emocionalmente hablando y nos permitirán acompañar a nuestros hijos e hijas en el desarrollo de esta capacidad.
LAS EMOCIONES Y SU UTILIDAD
Con la intención de que comprendamos la utilidad de las emociones vamos a adentrarnos en su identificación y lectura, ya que intervienen en nuestra vida permanentemente, cada segundo. La palabra emoción (e-movere= remover, agitar o excitar) está compuesta por e (energía) y moción (movimiento), es decir, la energía en movimiento que se produce como motor durante toda nuestra vida.
Las emociones si las encaminamos a conductas efectivas son imprescindibles para alcanzar objetivos personales y mejorar las relaciones con las demás. Además, nos dan la información que necesitamos para responder, adaptarnos e interrelacionarnos con el medio. Por ello, debemos aprender a reconocerlas y canalizarlas.
Sentir estas emociones es saludable, es algo normal y necesario. Pero cuando estas emociones no las dirigimos adecuadamente, es decir, no las canalizamos, pasan a convertirse en una carga emocional. Llamamos carga emocional a cualquier estado que nos cause incomodidad, malestar, disconformidad… Son sentimientos heridos. Como una olla exprés que se va calentando poco a poco hasta que llega un punto que ha alcanzado tanta temperatura que llega a estallar. Este es el reflejo de la carga emocional acumulada. Lo que, cuando se da en la infancia, me gusta llamar estallido emocional (por ejemplo, las famosas rabietas).
Partimos de la base de que las emociones no son ni positivas ni negativas, aunque algunas las sintamos como agradables y otras nos resulten desagradables. Lo que es positivo o negativo es el uso que hagamos de esas emociones. Y esto es precisamente lo que debemos demostrar a nuestros/as peques.
¿CÓMO PUEDO HACER UN ACOMPAÑAMIENTO EMOCIONAL RESPETUOSO?
- Para acompañar cualquier proceso de desarrollo de forma correcta es necesario conocer previamente la importancia del juego y de las etapas madurativas. En este caso, para acompañar el desarrollo de la Inteligencia Emocional debemos familiarizarnos con los procesos de formación de la personalidad. Esto nos ayudará a tener confianza y paciencia al comprender de base qué es lo que está ocurriendo en su interior ¡qué no es poco!
- Usa herramientas que te pongan de su lado. Normalmente tendemos a reaccionar ante sus emociones porque estas nos incomodan. Las juzgamos, las distraemos e intentamos que las cambien lo antes posible. Esto envía un mensaje de que lo que están sintiendo no es aceptado y crea mundos entre la infancia y sus personas responsables (ya sean mamás, papás, profes, abuelos/as…)
- Para evitar que esto ocurra, tenemos a disposición la validación que no es otra cosa que hacer reflejo de lo que estás viendo en tu peque (“veo que estás enfadado” “eso te molestó” “entiendo que te entristezca”). Esto le aporta vocabulario emocional para ir poniendo palabras a lo que siente y, además, se siente visto y comprendido por las personas que más le importan, lo que suele cambiar bastante el estado.
¿Y QUÉ PUEDO HACER CUANDO SOY YO QUIEN ME ENCUENTRO EMOCIONALMENTE CARGADA/O?
Para ayudar a nuestras peques a gestionar sus emociones debemos aprender primero a manejar las nuestras. La manera de aprender a canalizar o regular las emociones es conociéndolas y experimentándolas, siguiendo el ciclo de la autorregulación emocional:
- Auto-observación: consiste en observarse y darse cuenta de nuestra forma de proceder.
- Auto-evaluación: consiste en valorar si queremos actuar así o no.
- Auto-refuerzo: se refiere a que cada una sea capaz de proporcionarse gratificaciones.
Piensa en una situación con las peques en la que tu emoción se apoderó de ti. Estas situaciones nos producen fuertes sentimientos de culpabilidad y arrepentimiento, pero al igual que en la infancia, los errores nos sirven de aprendizaje si los aprovechamos. Así que a partir de ahora puedes desgranar la carga emocional haciéndote estas preguntas:
AUTO-OBSERVACIÓN
- ¿Qué emoción sentiste?
- ¿Cómo provocaste la carga emocional?
AUTO-EVALUACIÓN
- ¿Qué beneficio obtuviste con esa carga?
- ¿Qué efecto negativo produjo?
AUTO-REFUERZO
- ¿Cómo podrías ser más efectiva?
- ¿Qué plan estratégico vas a llevar a cabo: acciones, recursos y personas?
Y siempre recuerda, tu peque no está definido por su emoción o por su comportamiento. Demuéstrale que puedes ver más allá de ese hecho y que le amas y apoyas incondicionalmente. Así tendréis una relación de conexión en todo momento y sentirá que estás cerca.