¿QUÉ LE PASA A MI HIJO/A? LO QUE LA INFANCIA NECESITA PARA CONECTAR CONSIGO MISMA

Written by Transformandonos

Hoy quiero que hablemos de los elementos que permiten que los niños y niñas estar en su centro, conectar consigo mismos/as o más bien, no desconectar de su esencia, de lo que ya son y traen desde el nacimiento, de su ser. Ya sabemos que un/a peque que se siente bien no tiene comportamientos no deseados.

Desde la pedagogía activa pretendemos que los niños y niñas sean sus propias guías, se escuchen, miren en su interior para conocer cuáles son sus intereses y poder crear así su propio aprendizaje. ¡Casi nada! ¡Menuda pretensión! Parece sencillo cuando queremos que lo hagan otros/as. Pero  ¿acaso podemos las personas adultas conectar con nuestro interior? ¿Sabemos lo que queremos? ¿Qué nos guía? ¿Dedicamos tiempo suficiente a identificar nuestras necesidades e intereses?

Según Humberto Maturana el nuevo ser que llega a este mundo se desarrolla a través de la interacción con el ambiente,  “sabe” lo que necesita en cada momento de su desarrollo, tiene capacidad autopoiética. Además, cada persona es única; tiene necesidades y prioridades propias, una mirada particular, una manera de vivir y entender la existencia, de relacionarse con los demás, una forma de aprender, un ritmo vital. Bueno pues Maturana nos explica que el impulso vital involuntario es el que indica a cada individuo desde la infancia qué necesita en cada momento y cómo moverse hacia aquello. Es lo que nos muestra si necesitamos llorar o reír, estar en soledad o compañía, ir al baño o permanecer en la silla, comer o no, descansar o correr, querer compartir o reafirmarnos en lo que es nuestro… En definitiva, es nuestro mecanismo de autorregulación.

En base a la escucha de las necesidades íntimas, el niño o niña es capaz de solucionar sus conflictos con otras personas y consigo mismo/a, de liberar tensiones acumuladas y de tener una actitud de apertura y adaptación a nuevas situaciones.

Según AMAIM “Las necesidades básicas se definen como aquellas condiciones o características comunes a todos los seres humanos que han de cumplirse para permitir, potenciar y estimular su desarrollo, incluyendo aspectos físico-biológicos, cognitivos, emocionales y sociales. Se trata de necesidades universales, que todos los niños, niñas y adolescentes tienen que tener satisfechas independientemente del grupo sociocultural al que pertenezcan”. En realidad son las mismas para todos los individuos, mayores o pequeños. Lo podemos ver en este cuadrante de Maslow:

Creo que es algo muy sencillo de entender, casi de Perogrullo. Por ejemplo, yo no puedo aprender (ni pensar, ni estar relajada, ni atenta…) si tengo hambre, porque me embarga una emoción de enfado hasta que tengo la necesidad satisfecha. Lo mismo ocurre, pero quizás con otras emociones asociadas, cuando un niño o niña necesita ir al baño y no se lo permitimos para que, por ejemplo, no se pierda la explicación. Aunque quiera, no será capaz de estar atento/a porque tiene una necesidad básica sin cubrir.

En ese papel no directivo o, más bien, de intervención indirecta, que tenemos las personas adultas, están en nuestra mano múltiples tareas para favorecer que los niños y niñas puedan conectar consigo mismas, conocerse, aprender a escuchar su voz interior, manteniendo una actitud de respeto y atención. Hemos de permitir esa escucha interior o, al menos, no interferir. Voy a poner dos ejemplos muy básicos que realizamos casi a diario. Cuando una niña prueba un nuevo alimento, normalmente tiene una persona adulta cerca para decirle lo delicioso que es de antemano. “Mmmm” hacemos mientras lo prueba. Condicionamos sus respuestas. No damos espacios a que decida por sí misma si realmente es de su agrado o no. Lo mismo pasa cuando reciben un regalo. Llenamos el aire de palabras de admiración y descripciones subjetivas que dan a entender que el objeto que acaban de recibir es maravilloso, sin que ellos/as juzguen, centrándonos más en el objeto que en el hecho en sí. Una vez más, obstaculizamos la escucha.

Entonces, ¿cómo podemos favorecer que sean sus propias guías?

  • Otorgando seguridad emocional

Casi por encima de cualquier cosa los niños y niñas (y el resto de personas) necesitan amor, presencia y cuidado. Un vínculo afectivo sano temprano bien establecido. Personas que le acepten tal y como es, que le muestren amor pase lo que pase. Personas en armonía consigo mismas, coherentes, que velen por su seguridad emocional, que aseguren que las normas se cumplen. Si el niño tiene miedo de recibir burlas porque decide hacer tal actividad no atenderá a lo que su organismo le pide. Coartará sus acciones hasta que el conflicto emocional quede resuelto.

  • Manteniendo un equilibrio entre actividades de concentración y movimiento

En realidad es necesario un equilibrio en general. Tener en cuenta cada dualidad como te expliqué en este post. Tiempo en la naturaleza-tiempo en espacios cerrados (aula, casa…), materiales estructurados-materiales no estructurados, tiempo para la concentración y tiempo para el movimiento (entre otras dicotomías). Como dice Almudena García en su libro Otra educación ya es posible “como ocurre con la respiración, difícilmente podremos inhalar sin haber exhalado antes”.

Y es que partimos de la premisa de que el aprendizaje se da de lo concreto a lo abstracto. Si esto es así, podemos crear espacios ficticios donde tengan suficientes experiencias de aprendizaje, puedan ver, oír, sentir, tocar el mundo que les rodea. Pero el mundo está ahí fuera, ya está creado, solo es necesario acceder a él para explorarlo y descubrirlo. Esta es la fuente inagotable de aprendizajes concretos que tenemos a nuestro alcance. Posteriormente ofreceremos también las herramientas necesarias para hacer esa abstracción de conocimientos y experiencias, respetando cada momento y cada proceso individual.

De ahí la necesidad de contemplar esta necesidad de equilibrio entre actividades de concentración y movimiento para la infancia (y, añado otra vez, para cualquier ser humano) se encuentre en equilibrio. Es que este niño no para, es muy inquieto, no aguanta dos segundos en la misma actividad… son frases que escuchamos a diario las personas que trabajamos para la infancia. Y es que primero tenemos que ubicarnos en qué momento madurativo está esa persona y si, antes de escuchar una historia, realizar una actividad o atender a una explicación, tiene cubierta su necesidad de movimiento.

Hablamos pues de tener cubierta la necesidad de juego libre, espontaneo, movido por y para cubrir sus propias inquietudes y sus engranajes internos. Cuando nos apropiamos del juego como actividad didáctica y por tanto dirigida, acabamos con la creatividad que mueve a la acción de jugar en sí como una necesidad interna que nos lleva a relacionarnos con el ambiente y las personas del entorno.

  • Ofreciendo entornos libres de sobreestimulación

Desde la pedagogía activa siempre hablamos de la necesidad de crear un ambiente rico en materiales educativos que le nutra de experiencias, que le abra un campo de posibilidades para que despliegue todo su potencial. Pero si el espacio (tanto en el aula como en el hogar) no está lo suficientemente pensado puede acarrear problemas.

Demasiados juguetes, demasiada decoración, colores fuertes, materiales absorbentes que imposibilitan la acción de los niños y las niñas son algunos ejemplos de los estímulos que, tarde o temprano, desencadenan en problemas. Niños y niñas que no juegan, que no mantienen la atención, parece como si perdieran el entusiasmo por descubrir. Por eso, debemos velar porque ese equilibrio y armonía esté presente también en los espacios.

Se acercan fechas complicadas para mantener la calma en las/os peques. En navidades se rompen horarios, tenemos nuevos encuentros familiares que no pueden controlar y, en muchos casos, llega una avalancha de juguetes que no tienen espacio para ser acogidos. Por eso recomiendo estar preparados/as, hacer una limpieza previa de las zonas de juego, anticipar a los/as peques cada día lo que les espera…

¡Yo te puedo ayudar!

  • Repensando los espacios para el juego.
  • Seleccionando los regalos que más le pueden aportar.
  • Descubriendo cuáles son las necesidades que le mueven a actuar.
  • Ofreciendo un entorno de seguridad emocional en el hogar.
  • Descubriendo formas de comunicación efectivas y conscientes.

Tan simple como contactarme. No estás sola/o.

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